Luis Felipe Castañeda Martínez
Tal y como la propia naturaleza del felino, Saúl Hernández, vocalista de la banda, aseguró que para ellos es importante ser vistos únicamente cuando así lo quieran, así como lo harán el próximo 13 de noviembre, cuando presenten en el Auditorio Nacional 45, su nuevo disco
“Somos un grupo con los pies en la tierra, no hemos sido rockstars que nos va bien y que tenemos plataforma de éxito constante, hemos tenido de todo y ahora aquí está un disco muy fresco con una historia bien contundente. Somos un grupo silencioso, pero a la vez muy presente”, dijo en entrevista telefónica el líder de la agrupación, heredera de las glorias de Caifanes, uno de los grupos insignia del rock nacional.
Ahora, tras tres años de alejarse del estudio, Jaguares regresa con nuevas fuerzas, aunque en realidad, Saúl considera que nunca han estado ausentes; un fenómeno extraño si se toma en cuenta que la banda no es la que más rotación tiene en la radio nacional.
“Veo una reafirmación del grupo haciendo su historia, siguiendo la trayectoria de querer ofrecer nuestra música, que tratamos de renovar en cada disco, de hacer algo diferente o, por lo menos, romper con las fórmulas. El concierto es importante, porque es una respuesta al apoyo que hemos recibido de la gente”, comentó el cantante, quien dijo saber que esa fuerza ha sido un soporte anímico poderoso para mantener grupos con más de 20 años de trayectoria vigentes en la escena musical.
“Eso refleja que en nuestra generación formamos una historia bien fuerte en la estructura del rock de nuestros países, eso no se olvida. Los grupos jóvenes van a tener que demostrar que no son de paso, pero se tienen que ganar ese derecho de seguir la leyenda. No es fácil, ahí radica la lucha que muchos de nosotros hemos enfrentado, esto es una carrera de resistencia, creo que la raza se identifica con grupos con una solidez y una estructura más poderosa.”
Desde 1995, cuando la evolución de Caifanes dio paso a Jaguares, las críticas no se hicieron esperar. El escándalo de la separación del grupo, en el que sobrevivieron Alfonso André y el propio Saúl, aunado a la incorporación del guitarrista César Vampiro López dio forma a una banda que en un principio nació como un taller creativo musical, aunque con el paso del tiempo se mantuvo con el trío como formación base.
Ahora, con el regreso del tecladista Diego Herrera (ex Caifanes) como invitado de honor para 45, el disco más reciente, Saúl siente que está en proceso de reafirmar la responsabilidad del grupo.
“Es un grupo que se compromete con responsabilidad musical, sí queremos demostrar que somos músicos, ahora veo mucha forma y poca esencia en muchas bandas y yo no quiero que Jaguares sea eso, yo quiero que sea una banda que se le reconozca por ser músicos que hacen y comparten su creatividad”, explicó.
Para el músico, 45 representa un paso interesante en su trayectoria pues el sonido ha cambiado, ahora es más eléctrico, con guitarras soportando los acordes en los coros y apenas dos canciones con solos.
Todo ello ha sido fiel a la filosofía del grupo, pues como dijo Saúl, nunca han pretendido venderse como algo que no pueden proyectar sobre el escenario.
“Hemos renunciado a no ceder ciertas ideas que tenemos ante una industria que, si se sabe manejar bien, es muy importante y la puedes aprovechar, aunque ella también te puede aprovechar. Pero cuando se trata de cambiarte, cuando la industria quiere volverte otra persona y domarte, quitarte lo salvaje, para ponerte un peinado más bonito, porque para ellos eso representa que probablemente pueda haber un mayor número de ventas, ahí es cuando se pierde todo”, expresó.
Quizá esa postura explique que la banda haya rechazado contratos para grabar en inglés, con todo y que han conquistado el mercado americano. Baste saber que llevan más de un año girando por la Unión Americana.
“En algún momento hubo una propuesta bien interesante (de grabar en inglés) y finalmente decidimos que no, porque yo sé que no conozco el idioma con tanta profundidad para ponerme a escribir en inglés. Sería deshonesto meterte en una dinámica que no siento y que no conozco”, aseguró.
La actual situación de inseguridad que se vive en el país y sus problemas sociales no son nada nuevo para Saúl, quien desde su estancia en Caifanes ha destacado por llamar la atención por la problemática social que se vive. Entre sus labores destacan el concierto por la paz que ofrecieron en conjunto con Maná, en 2001, así como sus llamados a solucionar el conflicto en Chiapas.
“En 45 compuse dos canciones, Un mal sueño y Si fuera necesario, en las que retomo los problemas sociales y los vuelvo canción. Hacemos una reflexión, invitamos a toda la raza para que presionemos juntos para ver qué podemos hacer, porque está muy claro que no hay una evolución. Estamos secuestrados por un sistema político que además de corrupto, cuenta con muy poca infraestructura filosófica. Se defienden mucho las instituciones y la economía, lo cual me parece interesante, pero no veo una propuesta cultural, veo que a los jóvenes todavía se les ve como criminales, no hay espacios, ni un acercamiento por parte del gobierno hacia la juventud para que le den su lugar, porque finalmente ellos van a ser los que van a dirigir el país en el futuro.”
Por ello, una de las propuestas concretas de Saúl ha sido la idea de licenciar el nombre comercial de Caifanes –suyo finalmente tras un arreglo con Alejandro Marcovich– para que ONG’s recauden fondos para sus respectivos proyectos.
“Se me ocurrió regresarlo a quienes hicieron el nombre famoso, que también fue la gente, se me ocurrió acercarme a una ONG y ver de qué manera el nombre pueda seguir funcionando ahora como asistencia a la sociedad. No tanto para una recuperación económica a través de un reencuentro, que quizá se dé, porque ya aprendí que las cosas no hay que negarlas en la vida, pero creo que sería interesante acercar a Caifanes a esa esencia más social.”
La música tiene continuidad evolutiva, las nuevas generaciones quieren volverse locas y promover su punto de vista contemporáneo acerca de ella y eso es increíble.”
Tal y como la propia naturaleza del felino, Saúl Hernández, vocalista de la banda, aseguró que para ellos es importante ser vistos únicamente cuando así lo quieran, así como lo harán el próximo 13 de noviembre, cuando presenten en el Auditorio Nacional 45, su nuevo disco“Somos un grupo con los pies en la tierra, no hemos sido rockstars que nos va bien y que tenemos plataforma de éxito constante, hemos tenido de todo y ahora aquí está un disco muy fresco con una historia bien contundente. Somos un grupo silencioso, pero a la vez muy presente”, dijo en entrevista telefónica el líder de la agrupación, heredera de las glorias de Caifanes, uno de los grupos insignia del rock nacional.
Ahora, tras tres años de alejarse del estudio, Jaguares regresa con nuevas fuerzas, aunque en realidad, Saúl considera que nunca han estado ausentes; un fenómeno extraño si se toma en cuenta que la banda no es la que más rotación tiene en la radio nacional.
“Veo una reafirmación del grupo haciendo su historia, siguiendo la trayectoria de querer ofrecer nuestra música, que tratamos de renovar en cada disco, de hacer algo diferente o, por lo menos, romper con las fórmulas. El concierto es importante, porque es una respuesta al apoyo que hemos recibido de la gente”, comentó el cantante, quien dijo saber que esa fuerza ha sido un soporte anímico poderoso para mantener grupos con más de 20 años de trayectoria vigentes en la escena musical.
“Eso refleja que en nuestra generación formamos una historia bien fuerte en la estructura del rock de nuestros países, eso no se olvida. Los grupos jóvenes van a tener que demostrar que no son de paso, pero se tienen que ganar ese derecho de seguir la leyenda. No es fácil, ahí radica la lucha que muchos de nosotros hemos enfrentado, esto es una carrera de resistencia, creo que la raza se identifica con grupos con una solidez y una estructura más poderosa.”
Desde 1995, cuando la evolución de Caifanes dio paso a Jaguares, las críticas no se hicieron esperar. El escándalo de la separación del grupo, en el que sobrevivieron Alfonso André y el propio Saúl, aunado a la incorporación del guitarrista César Vampiro López dio forma a una banda que en un principio nació como un taller creativo musical, aunque con el paso del tiempo se mantuvo con el trío como formación base.
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