Una sesión de silencio de unos segundos, para comulgar espiritualmente con la energía mutua, y algunos abrazos y deseos de buena suerte, son parte del ritual que llevan a cabo los integrantes del grupo Jaguares antes de cada encuentro con sus seguidores, como ocurrió el sábado por la noche, antes de su presentación en el Palacio de los Deportes.
Esta breve reunión le dio un aire de emotividad al ambiente que rodeó a Saúl, Alfonso, Marco y Diego, en la que compartieron unos breves y cálidos minutos, antes de salir al escenario.
En el camerino general, libre de humo, había refrescos, agua, vino tinto, tequila, botana, carnes frías, verduras y pan, todo ello a disposición de los músicos y de sus invitados.
Cuando la banda arribó al Domo de Cobre, cada integrante estuvo en su camerino propio, conviviendo con su familia y amigos.
Alfonso André pasó tiempo con Cecilia Toussaint, quien estuvo al pendiente de su esposo, incluso cuando él calentaba con las manos para estar listo, por completo, para tocar la batería.
Marco Rentería recibió a su sobrino, Roberto, desde la entrada del estacionamiento. Diego, por su parte, se mostró risueño y amable, aunque más “clavado” en sí mismo que en otros asuntos, por lo que dedicó su tiempo a estar tranquilo.
Saúl Hernández, el líder del grupo que primero fue conocido como Caifanes, fue el últimos de los cuatro en llegar al recinto, de muy buen ánimo y con la compañía de su familia.
Zoey, de 10 años, la hija mayor de Saúl, se relajaba para la intervención que ya desde hace tiempo ha hecho en los conciertos de Jaguares. El que también se relajaba, pero de manera distinta, fue el líder del grupo:
“Es un poco de vino (tinto). para relajarme, es lo que tomo, me tranquiliza.”, dijo Saúl al mostrar el vaso de plástico que llevaba en su mano cuando salió directamente a escena.
Cecilia Toussaint le dio un beso a su esposo y César López “El Vampiro” recibió otro de su chica, quien siempre estuvo muy cariñosa con él.
México, D.F. / Agencia Reforma
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